jueves, 18 de noviembre de 2010

Alice y el Gato (BAT TALE - cuentos de murciegalos)

X GRENDEL
En un extraño mundo dominado por los bata blanca, la enfermedad, los INpacientes, las INTER-consultas y los INTERNADOS, inicio una peculiar amistad entre Alice y un gato, llamado Jango.

La niña en cuestion vivía en la calle patología 911, era huerfana de hermanos y solia pasar el día entre el colegio, la lectura, el dibujo y los soliloquios; sus padres, eran los típicos adultos de trabajo y "no tengo tiempo ahora, mañana me cuentas" o "si, Alice..usa mi tarjeta y compra lo que necesites"...
En esos días en que las musarañas, polillas y demás hacían de público expectador a los acostumbrados soliloquios de Alice en el balcón de su casa, se oyó gritos desesperados que provenian del árbol de moras del jardín de la casa C1; tras echar un vistazo al alboroto que se armaba, Alice pudo observar que de una de las ramas del árbol pendía una niña de aproximadamente 7 años, que intentaba gritar mientras se balanceaba tratando de no peder el poco equilibrio y evitar una caída que duraría unos 2m y 1/2 de alto, en la base del árbol alguien trataba de trepar hacia la niña.
Ohhh! exclamó Alice, vaya oportunidad para abandonar la rutina de la vida y acercarse un tanto a la muerte, pensaba mientras se deslizaba por el pasamanos de las escaleras hacia el primer piso.
Al llegar a la "dramática" escena pudo ver a quien era la hija de la señora INpaciente, había visto esa cara de aterrada cada vez que su mamá intentaba peinarla, usaba los rulos casi al punto del caos universal y sus chillidos podían haber acabado con el oído de un murciélago, de no ser porque había enmudecido del miedo. Tras este peculiar personaje, había uno más extraño "un bata blanca" se dijo así misma.
Los vecinos de enfrente solían salir tan temprano con el sol y llegar tan tarde, que solo los veía en las noches que Alice, tenia pesadillas y se quedaba despierta; estos adultos de aspecto intelectual y aburrido, andaban en batas blancas y como con pijamas a diario. El chico que intentaba usar una escalera para trepar al árbol se les parecía mucho, los ojos así de enormes, la nariz perfilada, lo redondo y peludo de su rostro le recordaban algo, más allá de a sus aburridos vecinos, que no sabia bien que era; era alto, contextura media y también estaba con pijamas color azul oscuro y bata blanca, probablemente viva en casa de los aburridos de enfrente, se decía a si misma, mientras sostenía la escalera sin pronunciar vocablo alguno.
El chico en cuestión logro trepar de forma sigilosa y coger a la menuda niña de la cintura, a lo que esta pudo deslizarse hacia atrás con más confianza, vaya, que ágil, pensó Alice, siempre en silencio.
Ya con la niña sollozando cual magdalena en la base del árbol pudo ella asirla y abrazarla cual abrazara una estrella de mar. Si había algo que caracterizaba a Alice, aparte de la soledad que solía rodearla, era su poder de tranquilizar a los demás, una especie de anestesia emocional que se podía percibir al ser abrazado(a) por esta atipica chica; con la niña casi adormecida en su lado izquierdo, pudo observar al chico de bata blanca, quien le sonreia ampliamente con suma gracia y ternura, esa era la pieza faltante, dijo a sus interiores.
- Tú, me recuerdas a mi gato favorito, aquel que fue mi amigo en muchas aventuras, que salia de los libros y me acompañaba a leerlos, Cheshire, grito en un susurro, mientras su rostro de cruda palidez pasaba a ser blanco humo, su voz sonaba fria pero terminó tibia, sus ojos de mirada penetrante se tornaron cálidos.
Guau, tenia ahora a ese gato en forma de humano y era increible e ilusorio a su vez, Alice que había pasado gran parte de su corta existencia embelesada de un gato de fantasia, ahora lo tenia en frente de carne, hueso y pellejo. Alice se sentía menos vacia, ahora su rompecabeza vital tenia otra pieza. Y esa tarde más que estar cerca de la muerte pudo ver un acercamiento de la vida.
*imagen diseñada por GRENDEL

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