SILENTE (Por Pedro)

Silente. Demasiada sinceridad para un extracto de día, en ello aprendí que el ser humano puede ser voluble a grados exponenciales, sólo hay que apretar el botón adecuado y sacarás de ellos frases surrealistas para conseguir lo que, buenamente, no consiguen de sus propias capacidades. Silente. En mitad de un Te Quiero me olvidó, espero lo haya hecho en realidad, sino yo mismo entraré en sus recuerdos y asesinaré a sangre fría y de la forma más despiadada que Dios nos haya regalado, cada rastro de mi ser, humano o no, que haya dentro de ella. Silente. Es la última vez que pronuncio su nombre sin tener que deletrearlo o escribirlo, por que simplemente no surgirá más dentro de mí. Silente. Le dedico estas líneas por que es lo último que me queda y es lo último que le daré, importándole a ella o no, al menos, en lo mucho que me queda de vida; simplemente fui un soldadito de plomo mutilado que ella colecciona en un cofre enterrado en las profundidades de un infierno mohíno, lacustre. Silente. Estoy sobreseído, en este extracto de día, de mí mismo, de mis prejuicios, de mis amigos, de mi cuidad, de mi primer amor (la señorita madre del oso que no parece oso) y al regresar al umbral de la puerta del sol, redecoraré mi espacio y tiraré en el más sucio y olvidado osario las flores y mariposas de papel, que en un momento progoné dar. Silente. Consumo minutos valiosos para escribir estas líneas, conspirando contra el verbo, minando mis memorias, estudiando el menú del burdel de la vida, leyendo un libro de un pasado lejano de donde encuentro nuevos recuerdos, para mencionar que si bien la muerte es celosa y es mujer (dixit Fito Páez), es la única mujer con quien podré pasar el resto de mi vida sin condición o maldición alguna, la que me esperará por siempre. Silente.